Aquí empieza el relato de mi aventura una vez más. Dudoso parecía que regresase este año debido a diversos factores que al lector no le interesan, pero, quién me lo iba a decir, acabé volviendo por segundo año consecutivo a ese maravilloso evento que llaman High Voltage Festival. Un evento muy joven, ya que nació el año pasado, pero que ya se ha convertido en uno de los mejores de Europa por su gran calidad de organización y su cartel, de gran calidad a la vez que variado.
De entrada este año podíamos ver una diferencia clara respecto al anterior. Se notaba que habían decidido invertir más en los cabezas de cartel que en una mezcla homogénea como el año pasado. Si bien en 2010 tenías grandes bandas prácticamente desde las 3 de la tarde, este 2011 encontrabas bandas menos conocidas en las horas tempranas, pero la calidad de la cumbre del festival era superior. Esto queda patente al comparar por ejemplo el caché de bandas como Judas Priest, Slash, Jethro Tull o Dream Theater, superior al de las bandas cabeza de cartel del año pasado.
La segunda diferencia notable era la inversión en escenarios. El año pasado todos estaban equilibrados, pero este año el Metal Hammer ha caído en picado. Primero por el tamaño dedicado a éste comparado con la edición anterior, y segundo por las bandas que atendían. Así, el año pasado podías ver a grandes bandas como Down, Black Label Society, Saxon, Opeth, HammerFall o Cathedral, mientras que este año encontrabas a un par de bandas grandes (Neurosis, Electric Wizard, Grand Magus y Sylosis) y el resto eran bandas por lo general menos conocidas y que atraen a menos gente. Por eso el dinero había sido destinado a los otros escenarios, que habían quedado dorados permitiéndose lujos de poner bandas con casi 50 años de carrera a media tarde (Curved Air, Caravan), o incluso abrir con los mismísimos Pallas.
Además, en el apartado de tenderetes y comercio había varias novedades, un festival con cerveza de todo el mundo y un escenario de bluegrass, una carpa de Guiness y hasta una noria.
Dejando temas económicos a parte, vamos al lío. Tras aterrizar en el aeropuerto de Gatwick y que nos intentasen cobrar el doble del precio del tren hasta el centro (no lo consiguieron por la experiencia de uno de nuestros acompañantes, gracias Sergi una vez más), cogimos un par de metros y lo primero que vimos fue la lluvia caer en la salida de la estación. Eso debió ser el karma porque el año pasado no llovió ni un día. Bueno, mejor que lloviese el viernes que los días del festival.
Después de andar bajo la lluvia con las maletas y de equivocarnos de calle (la señalización de calles es pésima) por fin llegamos al hotel y cenamos, a por unas pintas y a la cama, después de todo el tute de transportes desde Barcelona había que descansar para el festival.
Tras hacer las correspondientes compras nada más entrar para luego no perder tiempo de concierto (camisetas, CD's, parches, aquello era un paraíso) marchamos hacia el Main Stage, donde Michael Monroe iba a dar el show de apertura. Rock divertido por parte del antiguo músico de sesión de los Guns n' Roses (saxo y harmónica) y ex-líder de los finlandeses Hanoi Rocks, de los cuales también cayeron un par de temas, además de canciones de sus discos en solitario (10, que no son pocos). No sería la última vez que lo viéramos, ya que volvió a aparecer más tarde en el concierto de Thin Lizzy tocando el saxo. La pena fue que tocase a la misma hora que los geniales (y también de Finlandia) Von Hertzen Brothers, pero considerando el palo que daba bajar al prog stage nos quedamos con Monroe, que nos hizo pasar un buen rato mientras devorábamos unas salchichas alemanas hechas en una parrilla gigante. Eso era vida.
Tocaba desplazarse por primera vez al Prog Stage, esta vez para presenciar la actuación de Amplifier. Los chicos de Manchester venían presentando su magnífico "The Octopus", del año pasado. El trío venía con la ayuda de Steve Durose de los disueltos Oceansize a la guitarra y las voces de fondo, y dieron un set corto pero efectivo, pese a que no enamoraron al público y en ocasiones se les notaba algo fríos en escena.
No obstante, a mí me gustaron bastante, también cabe decir que los que ya conocíamos su música lo disfrutamos mucho más.
No obstante, a mí me gustaron bastante, también cabe decir que los que ya conocíamos su música lo disfrutamos mucho más.
Tras esto fui hacia el escenario principal para presenciar uno de los conciertos que más ganas tenia de ver: Rival Sons, una banda muy joven que si siguen la senda que llevan pueden llegar muy lejos. Nacidos en California, su sonido es lo más parecido a unos Led Zeppelin actuales, ya que mezclan el hard rock setentero con el blues. Por este mismo motivo, y porque venían presentando su flamante nuevo disco "Pressure & Time", la parada en su show era imprescindible para los amantes del rock. Tocaron temas del nuevo disco y de su anterior EP, tales como la misma "Pressure & Time", o el blues "Soul", con las que aprovecharon el poco tiempo que tenían. Me ganaron todavía más, muy grandes.
Después de tal sesión de rock aproveché que la gente se dispersaba para acercarme al escenario y coger un buen sitio para una de las actuaciones del día que más esperaba: la de Queensrÿche. La banda comenzó con el mejor tema de su último y mediocre disco "Dedicated to Chaos" titulada "Get Started". Yo debía ser el único que la cantó, o esa sensación me dio.
Para compensar atacaron con dos temas de álbumes clásicos seguidos, primero "Damaged" de Promised Land y "I Don't Believe in Love" de su magistral Operation: Mindcrime. Aquí comenzaron a haber problemas. La banda sonaba bien, quizá una guitarra demasiado floja, pero el volumen de la voz era mínimo, incluso a los que estábamos en las primeras filas nos fue más fácil escuchar la voz de Geoff Tate a pulmón que por el micrófono. Los problemas se mantuvieron durante su vuelta a sus primeros discos con "NM 156" y "Screaming in Digital", mientras que se empezó a oír un poco más en "Jet City Woman" y "Empire". Pero cuando parecía que el problema se había resuelto ya era la hora de acabar, con una "Eyes of a Stranger" mayormente cantada por el público y la instrumental "Anarchy X" que cerró el show. Una pena porque el sonido se cargó lo que podría haber sido una de las mejores actuaciones del festival.
Intenté darme prisa para poder ver lo máximo posible de Anathema en el Prog Stage, pero sólo alcancé a ver "Closer" y "Universal", los dos últimos temas. La pena de los solapamientos, pero en estas dos canciones sonaron correctos. Ya que estaba allí aproveché para posicionarme para Neal Morse, show que se acabó convirtiendo en el segundo mejor del día. De por sí yo ya me considero bastante fanático de casi todo lo que ha hecho el bueno de Neal (tanto en solitario como con Transatlantic o Spock's Beard), pero después del conciertazo que presencié me he vuelto mucho más fan suyo.
Venía presentando su nuevo disco "Testimony 2" (firme candidato a disco del año) y su set se basó en interpretar la gran suite que compone el primer CD de este, pese a que tuvo que saltar 3 canciones, una pena, porque la suite dura 78 minutos y sólo disponía de 60. Pese a todo supo a ganarse a todos los allí presentes a base de estribillos pegadizos que todos cantamos juntos ("Mercy Street", "Jayda" o "The Truth Will Set You Free"), una banda impresionante que se lució sobretodo en "Overture no.4" y una cohesión de grupo envidiable. La banda era completísima, no faltaba ni un sólo detalle que apareciera en el disco, todo estaba calculado a la perfección: 8 personas sobre el escenario y todas con una función clave, ya fuesen guitarras, teclados, violines o coros.
Para compensar atacaron con dos temas de álbumes clásicos seguidos, primero "Damaged" de Promised Land y "I Don't Believe in Love" de su magistral Operation: Mindcrime. Aquí comenzaron a haber problemas. La banda sonaba bien, quizá una guitarra demasiado floja, pero el volumen de la voz era mínimo, incluso a los que estábamos en las primeras filas nos fue más fácil escuchar la voz de Geoff Tate a pulmón que por el micrófono. Los problemas se mantuvieron durante su vuelta a sus primeros discos con "NM 156" y "Screaming in Digital", mientras que se empezó a oír un poco más en "Jet City Woman" y "Empire". Pero cuando parecía que el problema se había resuelto ya era la hora de acabar, con una "Eyes of a Stranger" mayormente cantada por el público y la instrumental "Anarchy X" que cerró el show. Una pena porque el sonido se cargó lo que podría haber sido una de las mejores actuaciones del festival.
Intenté darme prisa para poder ver lo máximo posible de Anathema en el Prog Stage, pero sólo alcancé a ver "Closer" y "Universal", los dos últimos temas. La pena de los solapamientos, pero en estas dos canciones sonaron correctos. Ya que estaba allí aproveché para posicionarme para Neal Morse, show que se acabó convirtiendo en el segundo mejor del día. De por sí yo ya me considero bastante fanático de casi todo lo que ha hecho el bueno de Neal (tanto en solitario como con Transatlantic o Spock's Beard), pero después del conciertazo que presencié me he vuelto mucho más fan suyo.
Venía presentando su nuevo disco "Testimony 2" (firme candidato a disco del año) y su set se basó en interpretar la gran suite que compone el primer CD de este, pese a que tuvo que saltar 3 canciones, una pena, porque la suite dura 78 minutos y sólo disponía de 60. Pese a todo supo a ganarse a todos los allí presentes a base de estribillos pegadizos que todos cantamos juntos ("Mercy Street", "Jayda" o "The Truth Will Set You Free"), una banda impresionante que se lució sobretodo en "Overture no.4" y una cohesión de grupo envidiable. La banda era completísima, no faltaba ni un sólo detalle que apareciera en el disco, todo estaba calculado a la perfección: 8 personas sobre el escenario y todas con una función clave, ya fuesen guitarras, teclados, violines o coros.
Puede que la temática religiosa de sus discos en solitario tire hacia atrás a más de uno, pero para mí es un punto fuerte. Yo soy abiertamente ateo, pero me pone la piel de gallina el espíritu y la fuerza que Neal vuelca sobre su música. Se nota que cree en lo que predica y lo plasma en su música perfectamente. Volviendo al concierto, destacar las armonías vocales en "Time Changer" (increíble) y las emotivas "Jesus' Blood" y "It's For You", así como el juego con el "Red House" de The Doors al inicio de "Nighttime Collectors".
La banda era increíble, y la relación con el público asombrosa, se merendaron a todas las bandas que pasaron por el Prog Stage ese día sin dudarlo un segundo. Por último remarcar el monstruoso fichaje de Neal a la guitarra, el joven Paul Bielatowicz (guitarrista de Carl Palmer) y el bajista Kristoffer Gildenlöw (hermano del frontman de Pain of Salvation, Daniel Gildenlöw y bajista de la banda de 1994 a 2006). Con ambos tuve la oportunidad de hacerme una foto y que me firmaran un autógrafo más tarde, en el concierto de Spock's Beard el domingo. En definitiva, "Testimony 2" es otro brillante ladrillo en la carrera de Neal junto a otras de sus obras maestras como "Sola Scriptura", "?", "One" o el mismo "Testimony 1", con el añadido de que en este disco encontramos a Mike Portnoy a la batería y Randy George al bajo y apariciones estelares como el solo de Steve Morse o la colaboración de los Spock's Beard originales.
En cuanto se acabó la gran actuación de Morse fui corriendo hasta el escenario principal para atender a la actuación de Slash, donde mis compañeros ya llevaban un rato porque se habían quedado a ver Thin Lizzy. Me perdí los dos primeros temas, "Nightrain" y "Been There Lately", pero llegué justo cuando empezaba el trueno de "Rocket Queen". El set incluía canciones de Guns n' Roses, Snakepit, Velvet Revolver y Slash, o lo que es lo mismo, prácticamente temas de toda la carrera musical del mago de la Les Paul.
El genial guitarrista venía escudado por es magnífico Myles Kennedy de Alter Bridge, un auténtico camaleón de las voces: tan pronto podía sonar como Axl Rose para "Sweet Child O Mine" como Ian Astbury para "Ghost", o cómo no, limitarse a cantar con su característica voz en varios de los temas. Simplemente uno de los mejores vocalistas actuales, aunque no todas fueron para él. El bajista también tuvo su momento de gloria cantando "Doctor Alibi", cantada por Lemmy en el disco de estudio y coreada por todo el público.
Apasionante, vibrante, Slash le sacó brillo a cada nota que tocó con sus Gibson en tan sólo una hora, haciendo honor al título de invitado especial del sábado. Pocas veces he estado en un concierto tan divertido, lástima que se acabase tan pronto.
Visto lo visto en Slash (un recinto lleno hasta la saciedad), había dos opciones: ir a ver a Grand Magus (cosa que me habría encantado hacer) o coger algo de cena y rápidamente adquirir un buen sitio para el plato fuerte de la noche, Judas Priest. En cuanto vi que la gente se dispersaba masivamente, unos para ver a la Barclay James Harvest, otros para ver a Grand Magus, decidí agenciarme un bocadillo de bacon y meterme de nuevo entre el público rápidamente. Diría que acerté (aunque fue duro no ver a Grand Magus), porque aquello se fue llenando y llenando, hasta que unas 38.000 personas llenaron el escenario principal (y sus alrededores porque aquello rebosaba gente).
Después del mítico "War Pigs" de Black Sabbath comenzó a sonar aquella intro profética del disco Painkiller titulada "Battle Hymn" y todos nos preparábamos para lo que se nos venía encima. 1, 2,3 y ZAS! "Rapid Fire" en tus narices, vaya un tema para comenzar. Todavía mejor si lo enlazas con "Metal Gods", dos temazos de un disco legendario seguidos. Aquello prometía mucho: Judas Priest son una máquina perfectamente engrasada, probablemente la mejor banda en directo que haya visto nunca. Las dos veces que los he visto (y siempre según tengo entendido) suenan como una auténtica apisonadora, nada de problemas de sonido, todo es simplemente perfecto.
Después del mítico "War Pigs" de Black Sabbath comenzó a sonar aquella intro profética del disco Painkiller titulada "Battle Hymn" y todos nos preparábamos para lo que se nos venía encima. 1, 2,3 y ZAS! "Rapid Fire" en tus narices, vaya un tema para comenzar. Todavía mejor si lo enlazas con "Metal Gods", dos temazos de un disco legendario seguidos. Aquello prometía mucho: Judas Priest son una máquina perfectamente engrasada, probablemente la mejor banda en directo que haya visto nunca. Las dos veces que los he visto (y siempre según tengo entendido) suenan como una auténtica apisonadora, nada de problemas de sonido, todo es simplemente perfecto.
Respecto a la integración del sustituto de KK Downing, Richie Faulkner, no tengo nada que objetar. Toda la precisión del mundo, actitud muy correcta e incluso vestimenta perfecta. Simplemente es uno más. Si cierras los ojos escuchar a los Judas de siempre, e incluso si los abres y estás medianamente lejos da el pego. Y que nadie me venga con la tontería de que sin KK esto no es un show de los Judas porque entonces probablemente no los haya visto en esta gira. Demasiado purista hay por ahí y demasiado criticón.
Dejando esto a parte, cayó un tema de cada disco como era de esperar, menos del British Steel, del que tocaron 4, 2 del Painkiller, 2 del Screaming for Vengeance, 2 del Killing Machine y 2 del Sin After Sin. En definitiva, de sus mejores discos tocaron más de una. Un total de 22 canciones (solo de batería incluido) fue lo que pudimos escuchar aquella mágica noche en Victoria Park, una que ninguno de los asistentes olvidará fácilmente.
Desde la mágica "Diamonds & Rust" hasta "Turbo Lover" y "The Sentinel", pasando por temas más recientes como "Judas Rising" y "Prophecy" acompañados por baladas metálicas y medios tempos como los temazos "Beyond the Realms of Death" y "Blood Red Skies", una "Breaking the Law" cantada desde la primera a la última palabra por un público enloquecido y alguna que otra canción que esta gira es la primera vez que la tocan como es "Never Satisfied". Remarcar el hecho de que hay muchos temas que en directo ganan muchísimo más que en estudio, ya que el sonido actual de la banda supera mil veces al de la grabación de temas añejos como "Starbreaker", "Victim of Changes" o "Heading Out to the Highway", que se ven totalmente remodelados en vivo.
Entre todo esto alcanzamos ese prometido solo de batería de Scott Travis (que se marcó un conciertazo demostrando que es un grandioso baterista) que comenzó jugando con el "Scarified" de Paul Gilbert (son compañeros con Racer X, de ahí el guiño) y acabó, cómo no, siendo la intro rompe-huesos de "Painkiller".
A partir de ahí vinieron los bises, con un exitazo detrás de otro. Primero fue "The Hellion", con el trueno "Electric Eye", para entonces sacar la Harley a escena con "Hell Bent For Leather" y finiquitar el asunto con "You've Got Another Thing Comin'", para que Scott se quedase sólo en el escenario una vez más diciendo que si queríamos la última teníamos que gritar para que saliesen del backstage. Así fue, porque aquello se acabó con "Living After Midnight" con un Halford enfundado en la bandera de Reino Unido.
Por cierto, mencionar que este ha sido el show de Priest con más juegos de láser y fuego que he visto (tanto en directo como en DVD's) y que Rob dijo que el concierto estaba siendo grabado (otra cosa es cuánto tarden en publicarlo). Sin duda era la ocasión ideal: en casa, uno de los conciertos con más público de la gira... Ahora sólo toca esperar a que se edite. Y en aquel preciso instante tocaba volver al hotel, nos esperaba un segundo día agotador...
Lee la crónica del domingo
Por cierto, mencionar que este ha sido el show de Priest con más juegos de láser y fuego que he visto (tanto en directo como en DVD's) y que Rob dijo que el concierto estaba siendo grabado (otra cosa es cuánto tarden en publicarlo). Sin duda era la ocasión ideal: en casa, uno de los conciertos con más público de la gira... Ahora sólo toca esperar a que se edite. Y en aquel preciso instante tocaba volver al hotel, nos esperaba un segundo día agotador...
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