Quién me iba a decir a mí que en pleno 2011 iba a ver una leyenda del blues como Johnny Winter tan cerca de casa. La verdad es que todo el mundo me comentaba que el hombre no estaba muy bien, que tenía que salir tocando en silla, pero realmente hasta que no lo ves no te das cuenta del esfuerzo y empeño que pone este gran bluesman en conseguir la proeza de aguantar una hora y media aproximadamente sobre el escenario a sus 67 años. Pero no es tanto la edad lo que hace que lo veamos tan devastando. Le afecta el síndrome del túnel carpiano, una neuropatía mediana de la muñeca, así como numerosos problemas de cadera. No hace falta explicar entonces, porqué toca sentado.
Lo que es raro es que todavía salga a tocar.
Uno de los puntales básicos para que el concierto de el pasado domingo fuese un éxito se basa en la gran banda que lleva detrás. Una banda que no importa si la voz de Winter en ocasiones es tan débil que es muy difícil escucharla o si algún punteo suyo suena flojo de volumen, el trío de fondo está allí, haciéndole de colchón y haciendo que el show no pierda ni un ápice de potencia. Esos son los músicos importantes, los buenos músicos, los que, aunque no se lleven el protagonismo, hacen en realidad el papel más relevante del concierto: hacer que el sonido se aguante y suene todo compacto.
Por un lado tenemos al incombustible bajista Scott Spray que ha trabajado con gente del prestigio de Felix Cavaliere, Kenny Wayne Shepherd o Robben Ford. El sonido de su instrumento se corresponde con su persona: grueso, ancho, un lugar de apoyo y una máquina incombustible. Haciendo las veces de contrabajo poniendo su instrumento casi en vertical, Scott no dejó de aporrear las cuerdas con la misma energía ni un solo segundo.
Detrás de los parches teníamos a un animal sin duda. Vito Luizzi es un batería puntero del blues, pues ha tocado con decenas de nombres importantes de la escena como The Allman Brothers, Los Lobos, Tommy Castro, Warren Haynes, Ronnie Earl, Taj Mahal o Coco Montoya. Si no fuese suficiente, el señor Luizzi también se dedicó en alguna que otra canción con una gran voz increíble ("I'm Tore Down"), sin duda de lo mejorcito de la banda.
Y por último tenemos a un virtuoso de las seis cuerdas que es conocido por su carrera en solitario pero esta vez venía acompañando a otro genio, Winter. Paul Nelson comenzó su carrera en la exitosa banda de power / speed metal Liege Lord, que gozó de su máximo esplendor en los 80' pese a no llegar al estrellato completo nunca. La banda se disolvió y el genial virtuoso comenzó su carrera en solitario, que dura hasta hoy día, en estos años ha colaborado con otros maestros de la guitarra como Steve Vai, Marty Friedman, Slash o Steve Morse. El comienzo del show fue un tema instrumental donde él se dedicaba a hacer solos, hasta que Johnny apareció y comenzó el concierto de la banda al completo. Aún así, durante todo el concierto, Winter le pasaba el mando en ocasiones para que se luciese con sus increíbles solos o en duetos entre ambos.
En lo que a temas se refiere, el concierto se desarrolló bien, con poca pausa entre los temas, la justa para que el frontman nos dirigiese unas palabras lamentablemente algo incomprensibles incluso para los que tenemos un buen nivel de inglés (la edad no perdona) y para hacer la cuenta de 1, 2, 1, 2, 3, 4... para introducir el nuevo tema, nada de golpes de charles, Winter lo hace a la antigua.
El repertorio se basó sustancialmente en muchos clásicos del blues mezclados con temas suyos. Comenzó con "Hideaway" de Freddie King y "Sugar Coated Love" de Lazy Lester para seguir con "She Likes to Boogie Real Low" de Joe Caronna & Frankie Lee Sims y el clasicazo "Good Morning Little Schoolgirl" de Sonny Boy Wiliamson, más conocida por Ten Years After y The Fabulous Thunderbirds.
El único problema era que a veces la voz de Johnny sonaba muy floja, así como algunos sonaban muy débiles, pero es lo que le puedes pedir a un hombre tan menguado. Mucho hizo aguantando tanto rato sobre el escenario. Sin embargo, los puntos álgidos del concierto y los que mejor respuesta tuvieron del público fueron el "Got my Mojo Working" de Preston Foster (famosa por Muddy Waters) y el Johnny B. Goode de Chuck Berry, que llenaron de energía la sala e hicieron sonreír a Winter más de una vez.
El concierto progresó con más versiones, Ray Charles, Freddie King, Larry Williams, Tom Hambridge y un par de temas legendarios de su propia cosecha como son "Don't Take Avantage of Me" o "Boney Moroney". Cerró el set principal tocando por primera vez de pie en todo el concierto, esta vez con "It's All Over Now", famosa por los Rolling Stones (no tan veloz como la solía tocar en su juventud, claro, en los pasajes más veloces le cedió el trono a Nelson), y Johnny no tardó en regresar como pudo cambiando su mítica Lazer negra sin clavijero visible por su Gibson Firebird blanca para finiquitar el asunto en el bis. Sonaron Dust my Broom de Robert Johnson, y para acabar, una versión mucho más cañera (con slide incluido) que la original de Bob Dylan de "Highway 61 Revisited".
En resumen, en mi opinión, el señor Winter es una persona que realmente se merece la admiración que levanta. No tanto por su edad (B.B. King toca en mejor estado ya con 85 años), sino por su estado físico. Un hombre en ese estado de forma normalmente no se subiría a un escenario, pero él lo hace. Y lo hace porque lleva el blues en las venas, porque realmente no tiene necesidad de sacar beneficio de estas giras.
Aunque tenga que salir con 3 ventiladores para que no le de un sofocón, aunque tenga que batallar con una servilleta para secarse el sudor que se le escapa por el aire de los ventiladores (eso sí, se lo tomó con buen humor) y aunque tenga que tocar sentado la mayor parte del concierto, el gran guitarrista albino sale ahí casi cada noche y les da una buena dosis de blues y rock & roll a los asistentes. Esa es la clase de persona que hay que alabar.
0 comentarios:
Publicar un comentario