El segundo día me costó un poco entrar en acción por el cansancio acumulado del día anterior y por el terrible periplo para volver al apartamento de la noche (mejor no comentarlo), pero con una actuación tan sublime como la que Wishbone Ash se marcaron en el Prog stage cualquiera hubiese puesto todos sus sentidos alerta, porque sin duda el show fue uno d elos mejores del festival.
La calidad de esta banda es indudable, y más viendo la genialidad con la que interpretaron su súper éxito "Argus" de 1972 en su totalidad, además de tocar las canciones en el orden del disco menos "Blowin' Free" que por ser uno de sus mayores hits la reservaron para el final junto a "Wondering Why" y "Jail Bait". A destacar también la alucinante "Sometime World" y "Warrior", además, las tres últimas canciones fueron interpretadas con el miembro fundador Ted Turner, que dejó la banda en 1973, siendo invitado al escenario y poniendo al público de rodillas.
Recién acabado el show de Wishbone, en el Main stage supuestamente iban a tocar UFO, pero debido a varios problemas de sonido tardaron más de lo estimado en comenzar. Los problemas persistieron con el sonido de la guitarra de Vinnie Moore yendo y viniendo especialmente en "Hell Driver", pero tras esto las últimas secuelas de fallos desaparecieron y los hard rockeros pudieron machacar el show con un "Rock Bottom" súper extendida con unos solos de locura de Vinnie y la siempre genial "Doctor Doctor".
High On Fire hacen un stoner realmente acojonante, pero visto lo visto aquella tarde en el Metal Hammer stage, los de Oakland tienen un directo realmente pobre: casi siempre estáticos, sin interactuar mucho con el público y limitándose a tocar y tocar. Eso sí, muy bien tocado, porque soltaron trallazos de la talla de la inicial "Fire, Flood & Plague", la brutal "Frost Hammer", "Rumors Of War" o la incombustible y excelentísima "Snakes For The Divine" que da título a su último trabajo de estudio y tema con el que cerraron un show visualmente pobre pero rico en geniales riffs, solos y brutalidad.
Después de comer algo, volví al Hammer stage para ver el show de los blueseros-stoners Clutch, que interpretaron un show de calidad, con un batería realmente inreíble y un set un poco raro eso sí (en comparación a lo que suelen tocar), pero igualmente cayeron temazos como "Gravel Road" o "50.000 Unstoppable Watts". Tuve que abandonar el show después de "Power Player" porque el concierto del gran Joe Bonamassa, que tocaba en el Classic Rock (o Main stage).
La audiencia de Joe se vió reducida por el conciertazo que estaban dando Clutch, pero los que nos arriesgámos a dejar a Neil Fallon y los suyos para presenciar el show del virtuoso guitarrista dimos el paso correcto. Comenzó con tema-título de su penúltimo disco "The Ballad of John Henry" para seguir con la magnífica "When the Fire Hits the Sea" de su último "Black Rock", del cuál también cayó "Blue and Evil", un temazo con riff zeppelinesco. El show continuó con una gran dosis de virtuosismo y temas emotivos como "So Many Roads" o la mismísima "Sloe Gin", para rematar con una versión del "Just Got Paid" de ZZ Top con una sección central improvisando sobre el "Dazed and Cofused" de Led Zeppelin.
El Hammer stage estaba plagado de fanáticos de Opeth (me incluyo) a las 18:10 cuando empezaron a sonar las primeras notas de la preciosa "Widowpane". No tan relajada fue "The Grand Conjuration", con su genial y a la vez bohemio riff y sus constantes parones con la genial voz de Mikael dominándolo todo. "The Drapery Falls" fue la siguiente en caer tras una buena tanda de bromas por parte del frontman que estarían presentes en todo el concierto, y "The Lotus Eater" desembocó un torrente de adrenalina, fuerza, poder y headbang.
La final "Deliverance" nos dejó totalmente perplejos por la exactitud con la que interpretaron una pieza tan compleja, sin duda, Opeth dejaron claro que están en mejor forma que nunca, aunque a 5 minutos antes de que se les acabase el tiempo se despidieron sin tocar la archi-conocida "Demon Of The Fall", que si hubiesen querido hubiesen tenido tiempo de tocarla, pero bueno, uno no se puede quejar ante semejante conciertazo.
El directo de Down es algo que se debe ver al menos una vez en la vida. Phil Anselmo es esa clase de tipo que hace que lo des todo como si fuese el último concierto de tu vida, que sudes la gota gorda y que acabes con varias fracturas de cuello múltiples. Pues bien, precisamente esa fue la clase de show que vimos aqulla tarde/noche en Victoria Park.
Gozando de unos gloriosos 90 minutos de concierto como cabezas de cartel que eran (junto a ELP y Marillion), supieron meter las canciones correctas para complacer a un exigente público. Phil se había dado cuenta del estaticismo que prácticamente había poblado casi todos los conciertos y nos lo reprochó, nos lo echó en cara y hizo que con él nos volviésemos absolutamente locos, Phil es un mago del escenario, un ilusionista de la música y te puede prender fuego con un chasquear de dedos.
Así lo hizo con el brutal comienzo desde "Eyes of The South" y "N.O.D." hasta la marihuanera "Hail the Leaf", la increíblemente cantada "New Orleans is a Dying Whore" y "Stone the Crow" pasando por otras magníficas piezas como "The Path" o "Ghosts Along the Mississippi", siempre alternando los temas de sus 3 discos para ir variando.
Como el propio Anselmo dijo al final, si vas a ver Down, si hay una jodida canción que tienes que escuchar, es una, simplemente una... un, dos, tres y... ZAS! "Bury Me In Smoke" es el sello y bandera de la banda, y la dejan grabada a fuego allá por donde pasan. Totalmente fantástica, con un final con Matt Pike de High On Fire siendo invitado al escenario con la guitarra de Keenan, y con Kirk colocándole la suya a una chica VIP que se encontraba en los laterales del escenario y metiéndola delante de miles de personas, así como Anselmo sacó a una niña pequeña y le levantó el puño ante semejante masa.
Y se acabó, se pasó volando y un servidor tiene ganas de repetir, porque Down en directo son un caso particular, un show para recordar.
Si bien Down habían puesto el listón alto, el colofón de Emerson, Lake & Palmer lo rebasó sin problemas. Es lo que pasa cuando juntas a semejantes genios en un escenario, el virtuosismo de Carl y Keith, y la gran voz y acompañamiento de Greg... majestuoso. Con un set increíblemente bien seleccionado, dieron probablemente el mejor concierto del festival, repleto de solos y tempos imposibles, dejándonos a todos estupefactos por lo que tres personas que sobrepasan la friolera de 60 años pueden hacer sobre un escenario.
El que mejor se conserva el Carl, sin duda, se encuentra en un estado inmejorable, incluso se atrevió con un solo de batería realmente imponente.
Yendo a lo meramente musical, la banda abrió con "Karn Evil First Impression Pt. 2" y continuaron con los clasicazos "The Barbarian", "Bitches Crystal" y "Touch and Go". Pronto llegarían las tempranas y kingcrimsonescas "Knife Edge" y "Take a Pebble", ambas interpretadas sublimemente.
Pero lo gordo, estaba por llegar, porque tras esto, el abrumador trío tocó la gran suite "Tarkus" entera con sus 20 minutos. Tras este magno recorrido, la banda se aventuró en clásicos más accesibles y coreables con "From the Beginning" y "Lucky Man", pero volvieron a la tralla en seguida atacando con "Farewell to Arms" y, sorprendentemente, "Pictures at an Exhibition", que cayó sobre nosotros como un enorme plomo al ser la segunda suite de la noche.
En el bis comenzaron con "Fanfare For the Common Man" para enlazar con el solo de batería antes mencionado y como zénit "Rondo", donde cada uno lo dio todo con su instrumento, sobretodo en ese glorioso final con Keith Emerson tocando uno de sus 5 teclados en medio del escenario del revés y después clavándole unos cuchillos y destrozándolo. Sin duda, ELP están en plena forma, y lo demostraron con este show de proporciones magnas.
Y se acabó, pero bien está lo que bien acaba, y bien acabó el que probablemente haya sido el mejor festival del año con la perfectísima actuación de ELP grabada en la mente de tantísimas personas.
Recién acabado el show de Wishbone, en el Main stage supuestamente iban a tocar UFO, pero debido a varios problemas de sonido tardaron más de lo estimado en comenzar. Los problemas persistieron con el sonido de la guitarra de Vinnie Moore yendo y viniendo especialmente en "Hell Driver", pero tras esto las últimas secuelas de fallos desaparecieron y los hard rockeros pudieron machacar el show con un "Rock Bottom" súper extendida con unos solos de locura de Vinnie y la siempre genial "Doctor Doctor".
High On Fire hacen un stoner realmente acojonante, pero visto lo visto aquella tarde en el Metal Hammer stage, los de Oakland tienen un directo realmente pobre: casi siempre estáticos, sin interactuar mucho con el público y limitándose a tocar y tocar. Eso sí, muy bien tocado, porque soltaron trallazos de la talla de la inicial "Fire, Flood & Plague", la brutal "Frost Hammer", "Rumors Of War" o la incombustible y excelentísima "Snakes For The Divine" que da título a su último trabajo de estudio y tema con el que cerraron un show visualmente pobre pero rico en geniales riffs, solos y brutalidad.
Después de comer algo, volví al Hammer stage para ver el show de los blueseros-stoners Clutch, que interpretaron un show de calidad, con un batería realmente inreíble y un set un poco raro eso sí (en comparación a lo que suelen tocar), pero igualmente cayeron temazos como "Gravel Road" o "50.000 Unstoppable Watts". Tuve que abandonar el show después de "Power Player" porque el concierto del gran Joe Bonamassa, que tocaba en el Classic Rock (o Main stage).
La audiencia de Joe se vió reducida por el conciertazo que estaban dando Clutch, pero los que nos arriesgámos a dejar a Neil Fallon y los suyos para presenciar el show del virtuoso guitarrista dimos el paso correcto. Comenzó con tema-título de su penúltimo disco "The Ballad of John Henry" para seguir con la magnífica "When the Fire Hits the Sea" de su último "Black Rock", del cuál también cayó "Blue and Evil", un temazo con riff zeppelinesco. El show continuó con una gran dosis de virtuosismo y temas emotivos como "So Many Roads" o la mismísima "Sloe Gin", para rematar con una versión del "Just Got Paid" de ZZ Top con una sección central improvisando sobre el "Dazed and Cofused" de Led Zeppelin.
El Hammer stage estaba plagado de fanáticos de Opeth (me incluyo) a las 18:10 cuando empezaron a sonar las primeras notas de la preciosa "Widowpane". No tan relajada fue "The Grand Conjuration", con su genial y a la vez bohemio riff y sus constantes parones con la genial voz de Mikael dominándolo todo. "The Drapery Falls" fue la siguiente en caer tras una buena tanda de bromas por parte del frontman que estarían presentes en todo el concierto, y "The Lotus Eater" desembocó un torrente de adrenalina, fuerza, poder y headbang.
La final "Deliverance" nos dejó totalmente perplejos por la exactitud con la que interpretaron una pieza tan compleja, sin duda, Opeth dejaron claro que están en mejor forma que nunca, aunque a 5 minutos antes de que se les acabase el tiempo se despidieron sin tocar la archi-conocida "Demon Of The Fall", que si hubiesen querido hubiesen tenido tiempo de tocarla, pero bueno, uno no se puede quejar ante semejante conciertazo.
El directo de Down es algo que se debe ver al menos una vez en la vida. Phil Anselmo es esa clase de tipo que hace que lo des todo como si fuese el último concierto de tu vida, que sudes la gota gorda y que acabes con varias fracturas de cuello múltiples. Pues bien, precisamente esa fue la clase de show que vimos aqulla tarde/noche en Victoria Park.
Gozando de unos gloriosos 90 minutos de concierto como cabezas de cartel que eran (junto a ELP y Marillion), supieron meter las canciones correctas para complacer a un exigente público. Phil se había dado cuenta del estaticismo que prácticamente había poblado casi todos los conciertos y nos lo reprochó, nos lo echó en cara y hizo que con él nos volviésemos absolutamente locos, Phil es un mago del escenario, un ilusionista de la música y te puede prender fuego con un chasquear de dedos.
Así lo hizo con el brutal comienzo desde "Eyes of The South" y "N.O.D." hasta la marihuanera "Hail the Leaf", la increíblemente cantada "New Orleans is a Dying Whore" y "Stone the Crow" pasando por otras magníficas piezas como "The Path" o "Ghosts Along the Mississippi", siempre alternando los temas de sus 3 discos para ir variando.
Como el propio Anselmo dijo al final, si vas a ver Down, si hay una jodida canción que tienes que escuchar, es una, simplemente una... un, dos, tres y... ZAS! "Bury Me In Smoke" es el sello y bandera de la banda, y la dejan grabada a fuego allá por donde pasan. Totalmente fantástica, con un final con Matt Pike de High On Fire siendo invitado al escenario con la guitarra de Keenan, y con Kirk colocándole la suya a una chica VIP que se encontraba en los laterales del escenario y metiéndola delante de miles de personas, así como Anselmo sacó a una niña pequeña y le levantó el puño ante semejante masa.
Y se acabó, se pasó volando y un servidor tiene ganas de repetir, porque Down en directo son un caso particular, un show para recordar.
Si bien Down habían puesto el listón alto, el colofón de Emerson, Lake & Palmer lo rebasó sin problemas. Es lo que pasa cuando juntas a semejantes genios en un escenario, el virtuosismo de Carl y Keith, y la gran voz y acompañamiento de Greg... majestuoso. Con un set increíblemente bien seleccionado, dieron probablemente el mejor concierto del festival, repleto de solos y tempos imposibles, dejándonos a todos estupefactos por lo que tres personas que sobrepasan la friolera de 60 años pueden hacer sobre un escenario.
El que mejor se conserva el Carl, sin duda, se encuentra en un estado inmejorable, incluso se atrevió con un solo de batería realmente imponente.
Yendo a lo meramente musical, la banda abrió con "Karn Evil First Impression Pt. 2" y continuaron con los clasicazos "The Barbarian", "Bitches Crystal" y "Touch and Go". Pronto llegarían las tempranas y kingcrimsonescas "Knife Edge" y "Take a Pebble", ambas interpretadas sublimemente.
Pero lo gordo, estaba por llegar, porque tras esto, el abrumador trío tocó la gran suite "Tarkus" entera con sus 20 minutos. Tras este magno recorrido, la banda se aventuró en clásicos más accesibles y coreables con "From the Beginning" y "Lucky Man", pero volvieron a la tralla en seguida atacando con "Farewell to Arms" y, sorprendentemente, "Pictures at an Exhibition", que cayó sobre nosotros como un enorme plomo al ser la segunda suite de la noche.
En el bis comenzaron con "Fanfare For the Common Man" para enlazar con el solo de batería antes mencionado y como zénit "Rondo", donde cada uno lo dio todo con su instrumento, sobretodo en ese glorioso final con Keith Emerson tocando uno de sus 5 teclados en medio del escenario del revés y después clavándole unos cuchillos y destrozándolo. Sin duda, ELP están en plena forma, y lo demostraron con este show de proporciones magnas.
Y se acabó, pero bien está lo que bien acaba, y bien acabó el que probablemente haya sido el mejor festival del año con la perfectísima actuación de ELP grabada en la mente de tantísimas personas.